miércoles, 27 de mayo de 2015

IRONMAN LANZAROTE ASSUS TRIAQA LOS PRUNOS


EL IRONMAN


Un ironman como ya sabeis es una prueba de triatlon de larga distancia que se basa en la combinación de tres pruebas (natación, ciclismo y carrera) con 3 distancias determinadas (3800 m, 180 km y la maratón). Para eso ibamos preparados tanto Yerko como yo, para un ironman. Por suerte o desgracia nos encontramos con "EL IRONMAN".


Ya todos sabéis la dureza de esta prueba, pero las condiciones de este año superaron con creces nuestras expectativas. He oido comentarios de todo tipo, que si el más duro de los últimos 12 años, que si el % de abandonos mayor, que el podium en su mayor parte entro por encima de las 9 horas (cosa que no se habia producido con anterioridad en los últimos años).


Un dato objetivo que marco la carrera, viento medio de 30 km/h de componente norte durante las pruebas y rafagas de hasta 54 km/h. Quien haya montado en bici de carretera en esas condiciones ya sabe de lo que hablo y quien conozca el circuito de Lanzarote puede empezar a imaginarse lo que sintieron en sus carnes todos los que acometimos esta prueba.


Llege a Lanzarote el miercoles a primera hora con Santi, y nada más salir del aeropuerto a buscar el coche de alquiler ya me empezo a entrar una intuición de que ibamos a pasarnoslo bien. 




Yerko llegaria el jueves por la noche por motivos profesionales. Como veria la cosa, que me entro una obsesión compulsiva de mirar todas las webs metereológicas, y cada vez que las miraba las previsiones no ayudaban al optimismo. Ese mismo miercoles recorro por la tarde el circuito de natación y más toques de atención. Oleaje, fondo revuelto y corriente. Una vuelta en 38 minutos, sin forzar e intentando buscar sensaciones.


Y el jueves fue el del descabello. Por la mañana recorrido de bici en el coche y las intuiciones se transformaban en realidades, el jueves viento de 45 km/h y rafagas de 70 km/h (Lanzarote estaba por alerta de viento hasta en las noticias).





Visita al Club la Santa (increible por cierto) y antes de entrar en materia ya adelanto que este evento posiblemente sea la prueba deportiva mejor organizada a la que he tenido el placer de asistir (si me preguntais el sabado de la prueba no hubiera utilizado la palabra placer seguro). Por la tarde cojo la bici, salgo un rato para rodar 30-40 km y hago 25 minutos asistiendo a una caida por una rafaga de viento de un grupillo y hasta en dos ocasiones tengo que esquivar stands de ofertas de algún local de Puerto del Carmen que han salido volando.... sin comentarios.




Las palmeras no es que esten torcidas, es mi amigo el viento. Cuando hablo en esos días con algún familiar o amigo, me dan animos pero yo ya les advierto, esto va a estar complicado, muy complicado.


El viernes es un día muy largo de calma nerviosa, volvemos a hacer el recorrido en bici con Yerko y visitamos de nuevo el Club la Santa para recoger su dorsal y todo el material. Es increible ver como toda la isla gira en estos días sobre el Ironman, no hay rincón de la isla que no haga referencia a la prueba.




La tarde-noche se hace eterna, no concilio bien el sueño. El sabado va a ser muy largo o muy corto.


04:30 Sabado 23/05/2015. Uno de los días más largos de mi vida.


Desayuno copioso de pasta, platano, algo de nutella y me subo por las paredes. Esas dos horas y medias hasta el sonido de la bocina es una rapida sucesión de hechos; y de repente el caos en el agua. 2100 personas embutidas en neopreno buscando el mismo camino.




Corriente en el agua que hizo el segmento de natación ( amable en esta prueba normalmente en una lucha de 90 minutos en mi caso contra el agua y el mareo ).Y la parte curiosa, salgo desde la parte trasera y de forma conservadora y me sale una primera vuelta en 43 minutos pese a los 3 minutos que tarde en empezar a nadar, ni un solo problema. Pero en la recta final de la segunda vuelta de repente se me cruza un nadador, que guantazo con el antebrazo y siento que se me clavan las gafas; paso por encima de el e intento salir lo antes posible. Mi cara lo dice todo y el hinchazon del golpe asi lo demuestra, casi no veo cuando salgo del agua.




Transición lenta, cambiandome completamente e intentando recuperarme del mareo y el golpe.





Sali muy mal con la bici, con dolor de estomago y me costo casi 25 km empezar a sentirme mejor. En la subida a Yaiza quería bajarme de la bici, vomite media barrita y el viento medio de 30 km/h (con las rachas de 50 km/h) hicieron los primeros 40 kms. excesivamente duros para mi. En la bajada a los Hervideros empecé a recuperar y Timanfaya pese a ser durísimo por el viento, fue asumible. Bajada a La Santa y la tachuela de Famara comiendo y bebiendo mucho que ya entraba.  ;D.





Los primeros 4 km de subida hacia el mirador de Haria fueron llevables, pero cuando gira la carretera en la rotonda es como decir donde me he metido (es como tener una turbina de avión apuntada a la cara, y obviamente al resto del cuerpo). La subida se hizo eterna y llegue con mucho tiempo perdido al Mirador. Lo único que me animaba era ir pasando cadáveres todo el rato (mucha gente bajada de la bici andando, e incluso alguno simplemente esperando para retirarse). Llegue al avituallamiento especial y me dijeron que en 28 minutos se cerraba y había corte por fuera de control.


Cogí los sándwiches de crema de cacao y jamón-queso y me lanze al descenso sin comer. Descenso frenetico y a la misma vez increible con velocidades de 70 km/h. Nada más llegar al pueblo de Haria zampe todo lo que pude e hize la subida a Mirador del Rio a tren; en unos de los mejores momentos del día. La rampa de 500 m del comienzo con el viento se hace insufrible, pero en cuanto llegues a la zona de vistas de Isla Graciosa es otra cosa y la moral por las nubes. Y que mejor que unas imagenes para hacerse la idea de este tramo. Pir cierto, de calor y humedad pasamos a nublado y lluvia. (El viento soplaba cada vez más).






Bajada en descenso rapidísima de 13 km recuperando y bebiendo... quedaba algo de sándwich y para la buchaca. El tramo hasta Nazaret acoplado y sufriendo, contándome historias e intentando evadirme..... (hay días que pienso que vamos a perder la cabeza y acabar con una camisa sin mangas). Tengo que reconocer que desde coronas el Mirador del Rio el viento pasa a ser a tu favor y la cosa cambia bastante para cuerpo y alma.


Por favor, que quiten los 4 kms después de Nazaret. Uno de los peores asfaltos que he sufrido en mi vida. Es una tortura para el culo, para los animos, y para todo. Un monton de gente con pinchazos, un menda con la cadena destrozada en la mano, etc... parecía un campo de minas. De allí 10 km hasta un pueblo que giras a la izquierda; y comienza la parte más divertida de la bici; rapidismo descenso por unas calles de urbanizaciones con mucha curva, mucha velocidad y unas ganas locas de llegar. Puerto del Carmen se asoma en el horizonte y sabes que ya llegas.


Cuando giras en la avenida final de Puerto del Carmen y sientes que has recuperado tan bien y que todavía tienes 7 horas para la maratón piensas que es factible de nuevo acabar. Se te iluminan los ojos y vuelves a pensar que es viable, que pese a todo es viable. A ver como responden las piernas. Y aquí el sorpreson del día, me casco los 22 km de la vuelta larga en 2 horas escasas.


Y por fin creo que no sólo es posible, sino que es más que probable que se cumpla el sueño ( el viento y la zona del aeropuerto, es la que te vuelves de nuevo chaveta... ala a contarte batallitas e imaginarte entrando ). 


La pulsera amarilla es como un status que te da la vida.... pero vuelvo a tener problemas de estomago, no me entran geles ni fruta ( lo intento dos veces pero con las arcadas todo para fuera ). De todas formas hago la segunda vuelta de 10 km en 70 minutos. Pulsera azul y ya no me faltan más pulseras. El caldo caliente del Hotel a 8 km de meta me da la vida, y en el siguiente avituallamiento por fin me entra algo solido comiéndome unos pequeños bocados de pan con jamón york y queso. Me siento mucho mejor.... Ultima vuelta en modo Walking Dead y los últimos 2 kms vuelas en carrera y en mente. Es increíble como te deja de dolor todo, como el cuerpo entra en catarsis con la meta que había buscado todo el día, y como en ese momento se rodea de un ambiente mágico que hace que la piel se te ponga de gallina.
 

No puedo expresar lo que se siente cuando se llega. Ríes, lloras, emoción a flor de piel, pensar en mucha gente y un ratito de soledad y orgullo con tu manta de papel de plata.... Lo he conseguido. Soy finisher y he ganado el Ironman Lanzarote 2015, porque la única persona contra la que competia ese día era conmigo mismo, y la he ganado. (Y yo se perfectamente que era un durísimo rival).






Durante la bicicleta he llevado en el acople un perfil de la bici impreso por detrás de una foto de la family. En la carrera tenia que llevarla conmigo, la quite y me la mete en el mono en la zona del pecho. Se podía sentir como te empujaba y como era parte de mi motor. Le debo más a lo que representa esa foto que a toda mi lucha mental y física de aquel día.
 

Solo 1300 y pico finishers este año, y felicidad doble ( 15:33 ). El tiempo es lo de menos, lo importante es que lo hemos conseguido. Mi compi Yerko ha ido todo el rato con tiempos similares a los míos y ha entrado 20 minutos antes que yo. Se lo merece y la alegria es completa.





Lo que paso desde que acabo la carrera es increible. Enciendes el teléfono y ves toda la gente que ha estado siguiendote, preocupandose y viviendo ese día contigo en la distancia. Tu sentimiento es indescriptible y ya adelanto que impagable. Muchas gracias a todos, nunca podre devolver todo el cariño y el apoyo en este reto. Una gran parte es vuestro.


Y por supuesto como olvidarnos del Club Triaqa los Prunos y Assus como principales soportes de esta aventura !!!!!


MUCHAS GRACIAS A TODOS

lunes, 4 de mayo de 2015

"Pero... ¿por qué haces eso?": La experiencia de entrenar un Ironman

    "¿Y cuánto es eso?", "eso es muy duro, ¿no?", "¿estás loco?", "me estoy cansando sólo de pensarlo", "¿qué te dan si ganas?"... Son algunas de las reacciones que he ido escuchando de las personas que me han visto entrenando diariamente estos últimos 8 meses con un objetivo muy ambicioso, casi inabarcable para el entendimiento de muchos y, en cierto modo, un tanto difuso e inexplicable para quien se decide a afrontarlo. La respuesta al "por qué" hacer un Ironman no es sencilla, depende de muchos factores de la personalidad del sujeto en cuestión y de la manera en la que pretende aproximarse a la prueba.

   Al final me voy dando cuenta, a sólo 2 semanas y 5 días para que de comienzo el Ironman de Lanzarote 2015, que los 3,8 kilómetros nadando + 180 kilómetros en bici + 42,195 kilómetros corriendo (sí, sin descansar entre medias) son sólo distancias numéricas de referencia a cubrir en un día determinado, que pueden resumirse en "una paliza monumental" para el cuerpo y para la cabeza; pero que la verdadera dificultad reside en el entrenamiento previo: un mínimo de 6-8 meses de desgaste físico y mental, en los que puedes llegar a sentir y descubrir cosas maravillosas y sorprendentes, en los que creces a muchos y muy variados niveles, en los que cambias muchos aspectos de tu yo físico y psíquico, pero en los que vives momentos difíciles de sentimientos muy contradictorios y a menudo desconcertantes: un vacío interior que da paso a una euforia inexplicable, días en los que te duele todo el cuerpo seguidos de otros en los que te crees Superman, el cansancio extremo de pelearte contra no se sabe muy bien qué o quién, y todo tipo de luchas internas. Y es que, si algo debe darte realmente pavor al enfrentarte a una aventura de estas características, es el saber que vas a tener que enfrentarte a tus miedos y a tus puntos más vulnerables para poder llegar a la línea de salida (a la de meta ya os contaré, si es que consigo cruzarla), a algo que trasciende mucho más allá de lo físico. Nunca hay que perderle el respeto a una prueba de esta envergadura, y considero que hay que empezar a plantearla siempre desde la humildad, la voluntad y la confianza en nuestras posibilidades desde una actitud realista, pero sin renunciar a dejar volar un poco la imaginación. Por supuesto, a toda esta complejidad tan "profunda y elevada" que se traduce en un cacao mental importante, hay que sumar el compaginar con cuestiones más "mundanas" como tener (y mantener) una novia, un trabajo, una familia y, en la mayoría de las ocasiones (aunque no es mi caso todavía) hijos, mujer, hipoteca y eso, la vida misma.

   Pues bien, aquí estoy yo, Yerko Cano Ródenas, a mis 26 años, afrontando los momentos finales de este viaje, locura, sueño, pesadilla o como se quiera llamar. Me siento muy afortunado de tener inquietud por muchas disciplinas muy diferentes: la música es mi vida y mi profesión (soy pianista y, si os apetece, podéis escucharme y verme en algún vídeo en Youtube), amo profundamente el cine, me apasiona la medicina, la arquitectura, la física y las matemáticas, la filosofía, la historia; y disfruto sobremanera de un buen libro, de la naturaleza, del silencio, de los animales (en especial los perros) y de un largo etcétera. Se me olvida un pequeño detalle a resaltar: me gusta hacer deporte.

   Mi gusto por el deporte viene desde pequeño: jugué en el equipo de baloncesto del colegio, en el club de tenis, era feliz en todos los recreos con los partidos de fútbol, incluso recibí clases de ajedrez. De niño fui siempre muy competitivo y un tanto insoportable a veces por mi afán de ser siempre el primero en todo; con la edad eso se fue transformando en un perfeccionismo excesivo a veces y en una búsqueda constante de objetivos muy grandes, a veces inalcanzables, tanto en el deporte como en mi carrera como pianista. Una lucha constante, pero ahora centrada en vencer más a mi propio yo que a los demás.

   Partiendo de esta base, mi acercamiento al atletismo vino de las ganas tremendas de un chico de 16 años un poco pasado de peso (comía mucho y muy bien entonces) por tener un cuerpo a la altura de un anuncio de Calvin Klein. Comencé  a correr 20 minutos casi todos los días, y esa rutina fue creciendo de forma exponencial y un tanto caótica hasta que conocí al padre de mi novia, quien me introdujo en el mundo de las carreras populares. Hace aproximadamente año y medio, conocí en el gimnasio al que actualmente voy, Aqa Los Prunos, a quien es hoy en día mi entrenador y mi guía, Santi,  hacia el que sólo puedo sentir agradecimiento, respeto y profunda admiración. Él me animó a organizar mis entrenamientos y racionalizar mis objetivos deportivos. Mis marcas ya eran decentes antes de conocerle: menos de 36 minutos en 10 kilómetros y en torno a la hora y 25 minutos en el medio maratón; después de trabajar juntos 8 meses, conseguimos bajar a 34 minutos en los 10000, ganar la media maratón del Escorial con 1 hora y 17 minutos, e incluso acabar el maratón de Madrid en 3 horas 15 minutos (a pesar de hacer los últimos 3 kilómetros andando por unos malditos calambres en los isquiotibiales).

   Fue en junio del año pasado cuando participé en mi primer triatlón en distancia olímpica, una experiencia que recuerdo como tremendamente emocionante y divertida. Pasado el verano y 2 triatlones olímpicos más, empezamos a plantear un proyecto en común con Isra (otro "pupilo" de mi entrenador): el Ironman de Lanzarote 2015. Comenzamos desde entonces a recorrer un camino desconocido y tortuoso, aprendiendo los unos de los otros y animándonos con muchas bromas y muy buen humor. La verdad es que, a pesar de que me considero una persona bastante solitaria e introspectiva, considero casi imprescindible un trabajo conjunto para mantener la motivación y las ganas de entrenar durante tantos meses y a tanta intensidad. Personalmente, he tenido la gran suerte de tropezar con estos dos personajes a los que espero haber aportado aunque sea una décima parte de todo lo que ellos me han enseñado y transmitido. Gracias chicos.

   Ya para ir acabando este primer artículo de presentación, vuelvo a la pregunta del título: "¿por qué hacer un Ironman?" Creo que la respuesta está en la propia condición de la vida como lucha constante hacia una situación mejor o sencillamente distinta, que nos aporte sabiduría y experiencia, que nos haga sentir y crecer, que aporte alguna dirección y sentido a nuestra propia existencia. Es, en definitiva, una forma de conectar con el mundo y de enfrentar un período diferente en nuestra vida, en el que sabemos que vamos a caer 100000 veces, vamos a sufrir (y en ocasiones vamos a hacer sufrir también a los que más queremos) y vamos a tener que afrontar debilidades y "fantasmas" propios de la historia y la experiencia vital de cada uno. Pero los grandes proyectos de la vida: aprender una profesión, mantener una pareja, cuidar un hijo… los cuales son, sin lugar a dudas, mucho más complejos que un simple Ironman, requieren siempre una gran dosis de sacrificio personal. Pero lo que nos aportan, lo que nos ofrecen a cambio de nuestra lucha, ¿no lo merece?. Ese, quiero creer, es el fin último de una palabra tan maltratada como lo es "deporte".

   He de reconocer que me ha costado mucho sentarme a escribir este artículo, no porque no tuviera nada que decir, sino que me daba realmente miedo enfrentarme a mis pensamientos y mis reflexiones acerca de este viaje. Además, mi energía y mi motivación han ido cayendo en picado estos últimos meses, gracias en gran medida a mi extraordinaria habilidad de machacarme y cuidar en exceso mi alimentación, lo que físicamente me ha pasado factura (y anímica y mentalmente aún más). Aunque creo poder decir, sin ánimo de parecer vanidoso, que antes de haber llegado a la línea de salida, ya he ganado mucho. Uno llega a descubrir, a lo largo del camino, que los pequeños "tesoros" que podemos encontrar cada día pueden ser más gratos y útiles que la consecución del gran objetivo final. La meta no es más que una guía que nos lleva a un continuo aprendizaje. Y a disfrutar de lo pequeño y del instante presente, de cosas tan insignificantes como puedan parecer el comerse un plátano, saborear una barrita energética con sabor a cookie de chocolate, notar la lluvia y el viento en la cara, o compartir un bidón de bebida isotónica tras muchos kilómetros encima de una bicicleta.

   No quiero olvidarme de Manu, miembro de nuestro equipo Triaqa Los Prunos, que por desgracia tuvo una lesión que no le va a dejar estar en Lanzarote. Mucho ánimo para ti, eres un deportista admirable.

   Sólo nos arrepentiremos de lo que no hayamos intentado. Si afrontamos nuestro propio desafío, ya hemos ganado.